Aragón Digital,
3 de mayo de 2010
Grecia tiene su deuda pública con una calificación de tipo bono-basura. Alta rentabilidad con altísimo riesgo, con un 200% más de rentabilidad que la deuda pública alemana similar, con un riesgo-país por las nubes si no viene pronto ayuda europea y del Fondo Monetario Internacional, para lo que previsiblemente habrá que esperar, y no hay mucho tiempo, que Grecia se comprometa mucho más en disciplina presupuestaria, gasto público, etc.
La acumulación de malas noticias, las vacilaciones alemanas en cuanto al rescate a Grecia, el efecto menor pero en línea de tendencia similar en Portugal y el posible efecto de deriva para otros países como Irlanda ha hundido las Bolsas de esta envejecida Europa, atomizada y descoordinada, sin voz única en casi todos los escenarios, frente al creciente impulso y protagonismo de los países emergentes, especialmente China e India, con unos Estados Unidos recuperándose de manera brillante de su casi colapso total de su sistema financiero al borde del abismo.
No se puede vivir eternamente con mayores gastos que ingresos y recurriendo a un creciente endeudamiento. No hace falta pasar por Harvard ni por el Instituto Tecnológico de Massachussets para darse cuenta de cosas de sentido común financiero. Y encima presumir de niveles de vida que no puedes abordar con un mínimo de racionalidad financiera. Algo que podemos aplicar también a personas, familias y empresas, tanto del sector público como del privado. Alemania está ya muy cansada de tanta responsabilidad en Europa y su ministro de Finanzas está particularmente radicalizado con tantas peticiones ingentes de dinero al pobre y sufrido contribuyente alemán.
Grecia es un país relativamente pequeño en el contexto de la Unión Europea y merece la pena que Europa, sin necesidad del FMI, ayude a salvarla de su grave situación actual. Pero la contrapartida debe ser no sólo para Grecia, sino también para países como Portugal, Irlanda, España e Italia y en general en toda la Unión Europea, códigos de buen gobierno y responsabilidad social en el sector público, con transparencia y buen gobierno similar a países paradigmáticos del norte de Europa dejar de aumentar el endeudamiento y el gasto público… Pero, urgentemente, con déficits en niveles sostenibles y decrecientes. Hay que abandonar la política en minúsculas, sumar y no restar, unidad, consenso y no confrontación estéril con miras en el corto plazo y próximas elecciones, y consecución de un gran Pacto de Estado en todos los ámbitos posibles, con importantes reformas estructurales, especialmente con urgencia ahora en el sistema financiero y el mercado laboral.
De lo contrario, en pocos meses podríamos ver, entre otros aspectos muy negativos, nuestra deuda pública en niveles de calificación de riesgo similares a los ya algo críticos en estos días de Portugal, creándose con ciertos rasgos estructurales dos Europas de muy diferente alcance y velocidad, con explosión de nacionalismos y fundamentalismos que no podemos permitir de ninguna manera.
No sería partidario de que el FMI resuelva el caso Griego y otros que pueden surgir, sino Europa. Ya está bien de pedir ayuda al séptimo de caballería. Quizás simplemente Grecia no debería haber entrado en Zona Euro, y lo de Turquía mejor lo dejamos para muchísimo más adelante; claro, no creo que necesitemos más Europa, sino mejor gestionada la que tenemos, quizás ya excesivamente sobredimensionada en Zona Euro.
Y en todo este panorama, los supervisores y reguladores financieros han actuado bastante deficientemente, y como muestra diré un solo botón: con un sistema financiero alemán que tiene más de un tercio de toda la deuda griega … ¿Dónde ha estado el Banco Central Alemán en todo este tinglado castigando con firmeza a los especuladores?
En cuanto a la crisis griega, lo que yo creo es que teniendo en cuenta el tamaño de Grecia, que es país pequeño de la UE, merece la pena hacer el esfuerzo para salvar su economía y ayudar entre todos los demás países.
Pero, precisamente, los países mediterráneos como España, Grecia, Italia y Portugal deberíamos cambiar radicalmente nuestro sistema presupuestario y económico para ser más competitivos, pues la crisis de ahora nos está desbordando a todos.
Es imprescindible conseguir Gobiernos más sanos y eficaces, y aprobar un código de buen gobierno público en todos los países y llevarlo a rajatabla, pues así se evitarán en el futuro situaciones como la griega.
En resumen: sí a la ayuda para salvar el euro, que a todos los europeos nos conviene estratégicamente; y reforma radical de los Gobiernos y administraciones europeas, y en particular mediterráneas, para equipararnos en transparencia y buen gobierno a las del norte de Europa.
Si no, se crearán dos Europas a dos velocidades y con los nacionalismos, los egoísmos nacionales, etc., hay peligro en el futuro de disgregar Europa. Y eso no lo podemos permitir.
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